domingo, 4 de febrero de 2007

Las gotas de mis manos II

XVI
Corres hacia el sol para esconderte de la luna.
Te encuentro entre cometas de sueños.
Invítame a refrescar nuestros recuerdos en agua de estrellas.

Generas cosmos en mi propio caos;
llegas a mi órbita creando eclipses en mi universo.
Cubres mi cuerpo con tu manto celeste
envolviendo mis pensamientos
con magia de polvos siderales.

No me permitas despertar de este encuentro de mundos,
de soles,
de calores nebulosos.
En esto que es nuestro amor sideral...nuestro sueño sideral.


XVII
Fuerte, tormentoso, hiriente.
Acosador, frívolo, adorable.
Mentiroso, consumado de mi caos.

Llegó a mi agitando el mar de mis pensamientos
golpeando mis tristezas, arrinconando mi soledad.
Llenando el vacío de mi alma,
ocupando mi mente en embelesos.

Se aleja y mi alma grita...
llora su ausencia...

Así es un beso tuyo.
Todo eso, creador y destructor de mi ser.
Solo eso, un beso, solo eso.


XVIII
Amor es nacer del fuego para volverse agua.
Amor, amar, amarse, sinónimo de divinidad.

Sentirse dioses por un momento,
sentir que todo es un beso,
un abrazo,
una caricia.

Que se puede resurgir de entre las cenizas como ave fénix
para fundirse en la pasión.

Es el tenerlo todo sin tener nada.
El decirlo todo con solo una mirada.
el pedir todo entregando el alma en un beso.

Amar es nacer del fuego para volverse agua.
Amor, amar, amarse, sinónimo de divinidad.


XIX
El día canta para mí,
el sol recibe mis lágrimas;
la luna juega con mi cabello;
tomo una estrella, beso su mejilla.

¡Va una sonrisa!

Juego con el lápiz y el papel.
Juego con mis pensamientos.
Juego con mis sentimientos.

Hago con ellos lo que quiero...

Sin censura,
sin pena, ni congoja,
sin arrepentimiento.

Solo ideas...
son mis ideas...

Con eso basta...
Con eso me basta.


XX
Solo soy el resultado
de los vórtices
que tejen los hilos
del viento.

Soy las lágrimas
de los sauces
que lloran el beso
negado de la luna.

Soy del árbol,
las raíces que se encajan
en el cielo,
y del sonido,
el eco que rompe
la inocencia de las montañas.


XXI
Enervante olor de nubes
sueños crisálidos
de sed saciados.

Un golpe como rayo
rompe el yugo
del esclavo
que triste
canta su existir

Un silencio
que vacía
el hueco
de mis manos.

¡Canto lastimero
de las montañas!
canto de añoranzas,
canto de cantera,
canto de tristeza.

Ellas cantan...
Yo callo...

En terrones de viento
busco el principio
de existencia.

¡VIENTO!

Ahogo mis lágrimas
en la boca del mar;
lucho por encontrar
el fin de mis demonios.

Lo vuelvo a oír...
Las siento repetir...

El canto lastimero
de las montañas,
canto de añoranzas,
canto de cantera,
canto de tristeza.

Yo canto...

Ellas callan.


XXII
Cuando mis lágrimas se vuelvan arena
y mis manos se cubran con la vejez de las nubes.
Cuando esta voz mute en la roca que llora al río....
Tú, no volverás.

Si por mi llanto el ave olvida su canto,
y la montaña revienta un eco de triste cantar.
Si mi boca pierde su efímera risa...
Tú, no volverás.

Tal vez por que la luna se pierde en el aire,
o por que el tiempo no vuela por las venas del mundo
o por que el sol me juzgue por ver tu cuerpo desnudo.

Como sea...

por lo que sea...

Tú, no volverás.


XXIII
Deja que el sonido nazca,
que penetre los oídos de madera
de los muertos sin lápida,
olvidados por el cielo,
olvidados por el tiempo.

Deja que la voz fluya
en el ramaje de las ideas,
de aquellas que se anhelan
tanto como el beso tibio del alba,
tanto como el beso tibio de la vida.

deja que tu cuerpo se sahúme
con la lluvia de la sonrisa
que nos deja con la prisa
de entender
que la alegría no existe
que no es mas que una forma
engañosa
de conocer
la parte dolorosa
de la vida.

Deja que el olor
de la tierra fermentada
te deje el sabor del recuerdo.
Traga con ácida saliva
el amargo licor
de estar aquí...
siempre vivos


XXIV
A luz de vela
me parece observar

a aquél,

que con Tizona

en mano,

liberó su Valencia.


A luz de vela

veo al rocín

Babieca,
defender
con heroica
carga,
su cristiana patria
del berebere
que viere.

A luz de vela
espero el arribar
de mi señor Roldán,
¡A los doce
hijos de la Francia
magna!

A luz de vela
veo en triste sueño,
al viejo Rocinante
llorar por su dueño,
a aquel que sin yelmo
defendió a espada,
escudo y lanza,
a la que de su amor
creyose dueño,
de tan aberrante
humanidad .

A luz de vela,
se acerca
el que con coz
de su caballo
la hierba no sale
más al paso,
dejando
en rostro humano
la fas mutilada
del terror.
¡Aquél que es azote
del mismo Dios!

A luz de vela
veo pasar
a aquellos
a los que la verdad
del tiempo cubre
en la memoria
con digna gloria,
aún cuando
sean falacias
de la misma historia.


XXV
Es la agonía del sauce
el dolor de la virgen;
la sangre de la luna;
el llanto de la noche;
la locura el hombre.

Es la cadencia de la palma
demencia del ranúnculo
que masculla un verso
de amor triste
sin muerte.


XXVI
Vida engrandecida
de esencia barata,
rasgos exagerados,
pechos prominentes
y la esperanza
de ser feliz
con las cosas
que nos da la vida de migajas.


XXVII
Lástima...
que diera
por ser el agua,
deslizar por tu desierto,
limpiarte del tiempo
y dejarte en la humedad
de mi beso y de mi abrazo.


XXVIII
Con mi pudor,
con tu sal,
con la prisa...
con todo...

Con la calma,
con la ansiedad,
con la marisma,
contigo,
conmigo.

Con aquello
que la noche encierra
y con aquello
que el día
pretende liberar...
Como un trago de vida...

Con todo
exterminó
esta inmunda
y necesaria
soledad.


XXIX
Tener los dientes
molidos de
tanto masticar
tiempos sin aire

Tener las manos
heridas
de arar campos
sin tierra.

Tener los ojos
secos de sangre
por llorar
esperanzas
que no se conciben
ni en la muerte.

Tener el alma
hueca
por esperar
tan solo
la sombra
de alguien
que no llegara.

Tener la esperanza
hecha mierda,
de caminar
en esfuerzos
furtivos
por cosas
que solo se anhelan.

No hay comentarios: